Publicación de la escuela del comic y la narrativa visual

DIRECTOR: MARCELO SPOTTI

Editorial de bienvenida

Muchas han sido las formas de denominar al género que nació a principios del siglo XX, al calor de la expansión de los grandes periódicos americanos.

El fenómeno que se conocería como historieta o comic cumple más de ciento veinte años de historia. Y en momentos de plena crisis de la tecnología del papel, el relato secuencial con imágenes integradas ha comenzado a mutar y transformarse al ritmo de los tiempos.

El período denominado como la «edad de oro» de la historieta argentina fue también un momento de expansión de la industria cultural en el país. En el transcurso de las décadas del cuarenta y cincuenta, la historieta no sólo fue un producto masivo en la industria de la cultura, sino que logró articular su público, consolidar un sistema profesional y definir una estética gráfica propia. Durante esta etapa, las editoriales Abril, Códex, Columba, Dante Quinterno, Frontera y Manuel Láinez Thor conforman un mercado de ediciones semanales y una oferta clave.

Nada parecido ocurre hoy, en nuestra realidad globalizada, tecnológicamente en transición, y en plena crisis económica, aunque la economía naranja o la economía de las industrias culturales se posiciona entre las más vigorosas de todas las formas de producción.

Porque el corazón básico de estas estructuras fue, y sigue siendo, un conjunto de lectores y públicos que demandan historias.

Aquel mundo fue un lugar donde los narradores encontraban sus públicos receptores a través de un sistema vertical de broadcasting, de arriba hacia abajo, de costosas infraestructuras centralizadas y complejas intermediaciones, para llegar a un público de masas ávido de narraciones de todo tipo y género, ya fuera radioteatro, cine, historietas, novelas, folletines o semanarios ilustrados.

En este sentido, tanto en el pasado como en la actualidad, una fina línea común nos une. Queremos seguir leyendo historias bien contadas. Ya sea en el cine, en las novelas gráficas, en las redes sociales o en las revistas de comic. Está claro que esta forma de narrar ha estado presente desde tiempos lejanos. La Columna de Trajano o el tapiz de Bayeux, más una larga historia de bajorrelieves religiosos o manuscritos y códices medievales son precisos ejemplos. O los códices aztecas y mayas que no sólo desarrollaron secuencias icónicas y sintaxis visuales, anticiparon el globo de diálogo (no está claro aún si representan diálogos u otras expresiones anímicas o espirituales, pero ahí están para dar testimonio).

Escribía Oscar Masotta en 1968, en el prólogo de la revista LD, Literatura dibujada: la historieta es prosa en el sentido que Sartre le da: cualquiera fuese la relación entre texto escrito y la imagen, en las historietas la palabra escrita siempre termina por reducir la ambigüedad de las imágenes. Y al revés, en la historieta, el dibujo nunca deja de ilustrar siempre en algún sentido a la palabra escrita. Para el caso de las historietas mudas, ilustra la ausencia del texto escrito. Dicho de otra manera, la historieta nos cuenta siempre una historia completa, una significación terminada.

En apariencia cercana a la pintura, sería en realidad un pariente lejano. Próxima en verdad a la literatura, sobre todo a la literatura popular, la de las grandes masas; también al cine. La historieta es, para decirlo con precisión, literatura dibujada; arte secuencial, como lo llamaría el maestro Will Eisner, o como afirma Frank Miller, otro de los grandes realizadores del género. «La historia siempre tiene que dominar, si no tienes una historia no tienes nada». Luego el dibujo surge de la palabra, las propias imágenes son una forma de escritura porque están comunicando el grueso de la información y las palabras se convierten en la banda sonora.

No creo que el dibujo y las palabras sean cosas separadas.

Y aquí llegamos al núcleo de la cuestión y punto de partida de nuestro programa editorial.

No vamos a trabajar ni debatir qué es o no es un comic o historieta. Este debate académico —muy importante, por cierto— no será el objetivo de esta publicación. Nos ocupa la narrativa visual en este momento de transición y cambio tecnológico. Punto axial de ruptura entre la era del papel y las tecnologías digitales, que, a pesar de traer grandes promesas, contienen amenazas y desafíos inmensos al calor de la transición tecno-cultural para autores, creadores y lectores.

El comic, la novela gráfica, el storyboard, el relato audiovisual, el videojuego son formas expresivas cargadas de futuro con una metodología y técnica narrativa muy concreta, compleja y extraordinariamente diversa, que hacen de estos un enorme campo de posibilidades de desarrollo artístico, productivo y de investigación transmedia.

Esto en pleno cambio del ecosistema de medios, donde todo está por descubrir en lo que a la narratividad corresponde y, como afirmaba Gombrich en Francia allá por los primeros ochenta (donde un nuevo interés estético semiótico acababa de despertar), donde aún no han terminado de estudiarse y comprenderse en profundidad las leyes del comic. Decía el famoso crítico de arte que «todo está por hacerse», y aún hoy podemos repetir la frase sin temor a equivocarnos.

Fuente de búsqueda e indagación creativa para un desarrollo que aún podemos considerar inacabado. Queremos comenzar la andura Desde este punto de partida.

Nuestra visión editorial, lo que nos ocupe, será la narrativa visual y todo su campo léxico-pictográfico, siendo el comic o historieta su objeto de reflexión y creación principal.

Queremos promover a jóvenes creadores, lograr visibilidad para autores noveles, incitar al diálogo e intercambio entre profesionales de la narrativa visual a ambos lados del océano. Un diálogo que nos acercará al territorio infinito de posibilidades que se abre para la narrativa visual. Nos proponemos vincular a los nuevos y no tan nuevos lectores. Estas son, entre otras, las ambiciosas premisas que pretendemos junto a la divulgación y crítica de nuevos autores y títulos aparecidas en Europa, Asia y América, con un enfoque editorial orientado desde el juicio independiente que nos guía.

David Muñoz, un excelente y veterano profesional del medio, acuñó la frase «escribir con viñetas» para un reciente libro del mismo nombre publicado en Eapaña (Es Pop Ediciones, 2020). Además de recomendar su lectura, queremos rescatar el acierto de esta definición del autor, que va mucho más allá del título de un libro sobre historietas o guiones.

Nos evoca la ya lejana «literatura dibujada» de un Masotta en los años setenta.

Mucho ha transcurrido desde La historieta en el mundo moderno (también Oscar Masotta) o su contemporáneo Apocalípticos e integrados de Umberto Eco (1964), donde desde la semiótica se elevaba el análisis y la comprensión de la narrativa visual y sus desarrollos posibles.

Proyectarnos a los territorios de la narratología con otra mirada y el reconocimiento de esta específica forma de entender y contar, es hoy una tarea indispensable para transitar nuevos senderos de creación, adaptación al mundo digital y transición del papel, realidad cambiante e incierta en la que estamos inmersos; para contar historias uniendo esa larguísima línea de tiempo que arranca en Altamira para llegar hoy a Instagram o Facebook.

Este riquísimo universo de metáforas visuales, lenguajes y formalizaciones que ya son parte de nuestra cultura alfabética e iconográfica, iconizaciones procedentes del lenguaje verbal y del comic, se entremezclan y fusionan en redes digitales y circulan más allá del mundo del papel. El comic evoluciona en diálogo con las tecnologías digitales y el papel en una cooperación y competencia trasmedial aún en desarrollo. Como la radio se adaptó, o el cine sobrevivió a la televisión, el relato gráfico y la narratividad visual también perdurarán en el papel y fuera de él.

Marcelo Spotti, director

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